miércoles, 23 de mayo de 2012

Ahora y


Siempre he fundido el cristal de mis ventanas
en la espera
por ti.
Por si venías.
No ha habido nunca puertas en mis casas.

Quizás así entraste.
Para poder salir.

¿Sabes?
He olvidado las llaves de tanto pensar.
Y cadenas y candados
por no querer verlos
cuando todas las notas olían a ti.
No encuentro nada
y nadar podrías 
entre sábanas,
mientras llueva
sin que las bañes.
Podríamos también insultarme
por ser tan imbécil y seguir
mis venas
frenando picaportes.
Y mi lengua envenenándonos.

Siento todas,
todas las palmas de las manos,
todos los brazos redondos
y todas las bocas secas
así,
sin significados asesinos.
Sin oportunidades afiladísimas.

Y qué si guardo navajas en cada cajón.

A mí
me gustaría que el sol y el otoño volasen
con su rojo y su capricho.
El viento seguirá regando con negro ocho y más meses,
pero han hundido sol y otoño sus pupilas
tan blancas,
sin disimular nunca el gris
cuando me miran.
Tan frías
que regalan la coraza de escarcha
de todo lo que hoy dejaste.
Llevándote a ti.


Soy suficientemente idiota como para escribir
quebrando trinos y aguaceros.
Mojándome.
Soy suficientemente hipócrita como para enamorar
soledades
anhelando en secreto a mis ventanas
tan abiertas como hasta ahora.
Por ti.