martes, 18 de diciembre de 2012

17/12/12

salgamos
por las puertas de ladrillo
salgamos
a lo verde del papel

17/12/12

huele la noche y la salsa barbacoa
huele el taxi
huele la oscuridad fría el frío
huele echar de menos
huele la soledad

17/12/12

en nada
pareceré persona
en nada
llegaré
en nada
soy yo
nada

17/12/12

entran estatuas
calaveras
negros esqueletos
nubes de ceniza
entran
entran hombres
en todo el rojo
carencia de sangre
entran

17/12/12

no es el fondo de mis ojos
azul
es negro el fondo de mis ojos
negro
mírame
por ser tú azul
mírame y ya
no me mires
más

17/12/12

ahora que no está
vuelvo de noche
entre desconocidos
ahora que no está
odiaría mi oscuridad
por si no quiero
pero es que yo incluso amo
entre sombras

17/12/12

gente yendo viniendo
gente este oeste
izquierda derecha
gente norte y sur
y fue entonces cuando yo tuve
que volverme
transparente

17/12/12

hasta ahora volvía
con la costumbre de encontrarlo
por llamarle casa
hasta ahora pero ya
hay vacío
entre dos edificios

sábado, 8 de diciembre de 2012

A lingua das serpes



No te enfades:


Hay melodías que son frías, igual que hay calles de frío y bancos de frío. Escuchar en solitario ciertas obras es besarse con la soledad, aunque solo sea por el hecho de tener escarcha en los labios. Ni el invierno es tiempo de amar, ni los violines que amenizan los parques por las noches pretenden acompañar el paso de los enamorados. Pero es difícil disfrutar de la hora en la que se encienden los faroles así, sin tener nada en especial que enseñarle a la luz. Sobre todo cuando cientos de personas, cada noche, hacen apariciones fugaces bajo los focos amarillos, para desaparecer por siempre. Nosotros nunca hemos hecho eso. “Buscar calor no es buscar amor, por eso los inviernos son el tiempo de los solitarios; tiempos de fugacidad”. Creo que tenías razón cuando me confesaste eso en nuestro primer encuentro. Y hay obras y acordes de violín que solo saben sonar cuando debiera nevar y no nieva, cuando es invierno y no debiera serlo. Cuando yo no debería estar paseando. Pagaría hoy a cada músico para que esta noche solo reinase el silencio. Pero estas notas que se les escapan de los dedos a los artistas en las esquinas de las calles, nacerían hasta de las propias esquinas de las calles si los artistas no estuvieran. El invierno es tiempo obligatorio. Y también tiempo de imaginar.

Que ésta es la primera carta que te escribo, ya lo sé. Y por imaginar, imagino que ha pasado demasiado tiempo, aunque eso no lo sé con seguridad. No estoy segura de que la recibas. Me odiarás, supongo. También creerás que te escribo porque estoy sola. Pero es que es invierno, querido. Por eso estamos solos. O al menos yo lo estoy y por primera vez en mi vida. Si te escribo es porque me pregunto qué estarás haciendo esta misma noche; quizás también lleves guantes y estés pensando en mí. Ojalá. Puede ser que estés durmiendo ya, es tarde ¿Y si estuvieras soñando conmigo? O leyendo el diario con tus gafas tan gruesas y tus zapatillas marrones; y con el olor a tabaco y a café y a menta. Te imagino siempre en esa casa... Como cuando me decías que querrías esconderme allí por siempre, por siempre y para ti. Me lo imagino, pero no soy capaz de imaginármelo, en el fondo. De imaginármelo verdaderamente, quiero decir. La imaginación solo sabe aliviar superficialmente y lo que yo no sé es engañarme. Necesitas explicaciones, no lo he olvidado, porque no debió ser así. Todos necesitamos ciertas respuestas y yo te juro que no estoy en paz con mi conciencia; no dejo de pensar en tu salud, en lo que me cuidaste a pesar de ello. Demasiados años encima ya. Pero yo por eso necesitaba cosas. Necesitaría olvidar, para tu despedida, el calor y la característica dureza de tus manos en las mías cuando parecía que volábamos por nuestra avenida, por ejemplo. Necesitaría que no hubieras dejado recuerdos de caricias delante de las plazas más bonitas de la ciudad, con tu típico disimulo, siempre tan correcto. “No está bien que nadie nos vea; no es cuestión de montar escándalos”. Pero dejaste todas esas memorias, aun así. Todos tus años se hicieron gárgolas en las azoteas de los edificios. La ciudad eras tú y mi condena allí, un sendero único. Vestidos negros y espera eterna. Eso me quedaba y, total, nadie me comprendería. Nadie ha querido comprender nunca. Y es que a pesar de la tristeza que me provoca nuestra mutua soledad, no voy a sentirme culpable por nada. No puedo. Te echo de menos, tu ausencia me sangra, me quema, lo juro. Pero eran demasiadas las huellas abandonadas por el camino y el futuro solo se me antojaba vacío absoluto. Aunque ahora el horizonte parece invierno infinito, al menos las calles son otras ¿Qué iba a hacer yo cuando ya no estuvieras, cuando la muerte se cansase de esperar tantos años para encontrarse contigo? Quedaba poco. No hubo terceros, eso sí. Tampoco mentiras. Yo te quiero. Te quiero y te querré, porque tú me quieres y me querrás, aun cuando te hayas marchado. Por eso tienes que ser feliz, porque en ese sentido siempre, siempre, estaremos juntos. Pero, querido, es invierno. Era el momento. Porque el invierno es tiempo de soledad, de fugacidad, de frío. Porque es invierno he querido marcharme antes de que tú te fueras. Es invierno, querido, lo sabes, sabes que es invierno y que yo tengo trece años.


Loss of virginity, Gauguin

jueves, 6 de diciembre de 2012

A propósito del post anterior:


Getafe - Madrid

frío

tren ventana
perro muerto sangre vías
un perro muerto
tierra y columnas
aluminio intestinos
entrañas de uno varios puentes
sonia ese no será uno de tus regalos de navidad
sonia pide otra cosa
sonia ¿me escuchas? ¡sonia! mierda
hombres silueta sombras
humo
momias piel vieja hombres
oscuridad niños tirando piedras
ruido de cristal estalla
estos niños
basura
obras
vertedero de basura y obras
descampado de vertederos
gris roto gorros guantes lana
contenedores de ácido y piruetas juegos
figura soledad
negro
negro
negro
atocha
negro y amarillo
faroles piedras cables amarillos
kilómetros laberinto en línea recta
encerrados en el alma de una serpiente
negro y se ha acabado el blanco
próximo destino: sol
olvido
¡hasta mañana!
negro
negro
negro
tren puertas

frío