viernes, 14 de febrero de 2014

Había brotado, en medio del huerto, un imponente piano de cola.

Esta es otra de mis tentativas en los concursos semanales de la Cadena SER que, como siempre, no me ha proporcionado la victoria, pero sí algo que subir al blog. (No hay mal que por bien no venga.) La frase que me dieron es la del título de la entrada. A partir de ahí, las 100 palabras que se me ocurrieran.



Había brotado, en medio del huerto, un imponente piano de cola. Era reluciente, enorme, inalcanzable. Nadie conocía al propietario de la finca. Tampoco nada que indicara que la casa estuviera habitada: ni gente, ni voces, ni vehículos. Sólo el piano, en medio de la planicie, como si la tierra lo hubiera engendrado, interpelándonos. Con su negro imperturbable enmudeció al pueblo entero. La expectación y el desasosiego se hacían insoportables. Los días pasaban, pero allí seguía, siempre inmóvil, como alarmándonos de algo. Había conseguido silenciarnos a todos, que esperábamos mudos sin que se hiciera oír. Y esperando, nada: ni lo anidaron los pájaros, ni los gusanos lo agujerearon. Absolutamente nada.