fuimos a despedirnos adonde las más altas torres
para que nuestros ojos buscasen aún más arriba
(la luna iluminaba nuestro vértigo de adioses
y aquella asfixiante lluvia de polen de primavera)
incluso sentí la mole del mundo cargada en mi pecho
cuando nos hubo partido en dos la burlona ventanilla
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