viernes, 21 de octubre de 2011

Un ejemplo más de las víctimas de la sociedad, ¿seguimos sin animarnos a hacer nada?

No soporto las frías descripciones de los periódicos, pero ni la más larga de las noticias serviría para retratar lo que supone la sociedad actual. Absolutamente ninguna palabra es capaz de representar ni uno de los miles de ejemplos que se desangran al otro lado de nuestros párpados. Nadie sabe escribir el grito del que sufre, ni la herida de las víctimas. La propia sociedad se esconde de ella misma. La propia sociedad quiere esconderla de sí misma.


Yue-Yue ha muerto porque la han matado ¿Sabe alguien quién es? ¿Va alguien a molestarse en saberlo? No es una niña que apenas sabía andar, ni una trágica historia, ni la asesinada por el egoísmo humano... No es una imagen captada por una cámara y retransmitida por una reportera, pero no va a pasar de ahí ¿Para qué mirar detrás de los televisores, si solo hace daño?
Yue-Yue, dos años, cruza la calle. Desafortunadamente, un camión embiste contra ella y la arrasa con las ruedas delanteras. La niña no ha muerto, el camión se para. Se para, para seguir, y aplastarla de nuevo con la parte trasera del vehículo. No es un camión, es un conductor, que no ha ni abierto la ventanilla, no ha dejado ni la más mínima muestra de culpabilidad por el camino. Nadie lo ha hecho, porque la pequeña sigue tirada en el suelo bajo las miradas de 18 personas, una cámara de seguridad y otro vehículo que no ha intentado ni esquivarla. La han mirado para continuar con su camino, dejando "aquel cuerpecillo ensangrentado a punto de morir" como una simple anécdota, o ni eso. Una mujer encargada de organizar la basura de la calle comercial la coge y la abandona en una cuneta, ¿sería su buena acción del día? Y, tras el coma, ha muerto, ¿sorpresa?

¿Qué coño es esto? ¿Qué clase de monstruos somos? ¿Qué cojones es lo que queremos ser? ¿Qué nos hemos puesto sobre los ojos, oídos y sienes para aislarnos así de todo lo que nos rodea? Hemos olvidado la vida, incluida la propia. No creemos en nada que no sea lo material, hemos pisado el resto y así seguiremos. Miles de ejemplos como este lo demuestran, ejemplos que solo reciben compensaciones económicas... He ahí a lo que equivale vivir, lo que valemos. No somos nada, ni intentamos serlo. No somos ni lágrimas porque el vídeo de la niña muerta está colgado en Youtube y apuesto que para muchos ha sido como otra de esas películas dramáticas, capaces de iluminar la mente durante unos cuantos minutos y, luego, oscuridad. No valemos nada, ¿qué hago yo misma escribiendo esto si nada va a suponer? No merecemos ni una pizca de orgullo.
Yue-yue no va a volver a la vida, ni la alegría a su madre, ni los civiles muertos en Turquía, ni en Palestina, ni las víctimas del narcotráfico en Méjico. No van a volver a la vida de verdad, la que no es dinero. Ni siquiera su falta significarán nada, porque por muchas lágrimas que yo derrame ahora, nada ocurrirá después. No vamos a cambiar nada, no queremos. Nos hemos equivocado de personas, ya no somos personas. Ya no queremos serlo...

No sé si recomiendo ver este enlace. Suele decirse que esta clase de vídeos son solo aptos para aquellos de sangre fría, pero ocurre todo lo contrario. Aquel que no vaya a sentir nada, si tiene el más mínimo respeto, que ni lo abra, porque tampoco sintieron nada las gentes que continuaron con su camino sorteando a la pequeña.

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