viernes, 30 de diciembre de 2011

La luna y mis perlas

Viene mi Luna de blanco
Y su pálida caricia de vela.
Y viene el azul de sus manos
Para tragarse, en lo oscuro, las perlas.
Perlas perdidas en el dolor y lo magro.
Perlas que solo a la noche se muestran.

Y son cuchillos, Luna, tus manos
Si ansías y no encuentras mis penas.
Y son agujas, Luna, tu blanco
Si no brindo, contigo, en tristeza.
Vente, mi Luna de nardos,
A matarme con mis propias tinieblas,
Pues aun las quieran tus brazos,
Jamás serán tuyas mis perlas.

Y es que gime por otro mi llanto,
Mientras tú arañas, Luna de poetas,
Este pecho vacío y amargo,
Pues ¿y si no es el querer esta pena,
Si no el saber que los ojos cerrados
Son, para besarnos, lo que ya solo queda?

La luna y La Estrella desde Orzán, A Coruña

viernes, 16 de diciembre de 2011

Noite galega.

Santa Mariña, Camiño de Santiago - Fisterra
Abiertas de par en par,
Brilla entre cristaleras,
Entre sus telas enjugadas de penas,
La parte de luna que ha podido entrar.
Y, a la espera, caen escaleras
Contadas por agujas del verde de hiedras
Que ya no buscan subir, sino bajar.
Saltará la noche hasta que con su luna muera
Por las hojas, a pensarte en su condena
De besarse con estrellas y, sin quererlo, aullar.
Pero, ¡ay, noche gallega!
Noche de vientos, noche de niebla,
Noche de lluvia y bramares de piedra,
¿Qué hacer si tu frío no llega
A las ventanas de quien no te mira, mas por ti sueña?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Ondiñas veñen...








Pouco paga a pena:


Un “¡Quema a dios!” y otro “TAC” sobre la barra, al depositarse con fuerza el pequeño recipiente de cristal. A mí también me quemaba al principio, una especie de llama que acaricia la punta de la lengua hasta el corazón y el estómago, pasando por las sienes. “¡Joder, cómo rasca!” Pero no sé si me arden las entrañas por sí solas o si es que chillan por las agujas que ha depositado el alcohol en mis sesos. Parece que nadie se está dando cuenta de todo este ruido que chirría en mi interior, pero si cierro los ojos se camufla con la música, a cada ritmo y a cada movimiento de esta masa… Pesa tanto y tira tanto, que es como si me golpeasen en la frente, exceso de volumen o defecto de silencio. Quisiera yo también chillar así, pero no de esa otra forma que se escucha desde fuera, pues Ellas están chillando y riéndose mientras. Mientras me ahogo en mi sudor y en mi sangre, y en mis ganas de arrancarme de una vez el pelo y los ojos y las pestañas, y clavarme las uñas hasta llegar a todas esas bocas que no paran de chillar. Si Ellas, mientras, supieran lo que es un chillido… Se callarían, si escuchasen estos alaridos que yo escucho, los alaridos del corazón. Pero las veo llenar sus pupilas de luces y ralentizar sus cabezas. Todo va tan lento si lo piensas… Viajan al mundo de lo simple, del calor, del sueño… Y yo ni soy quien de herir a mi sombra, tan si quiera tocarla. Ni se inmuta ante el oleaje de este sofocante veneno etílico, pues sigue hablando; billete a la pesadilla, ceguera y pesadumbre, incapaz de tapar el único agujero por el que ahora siento. Y así empujada soy, lentamente, a la locura en esta oscuridad latiente.
Quisiera pedir a todas estas bombillas que dejasen de mirarme y se escondiesen, pero no va a servir de nada. Es que su luz me llega, y temo que me ilumine por dentro. Yo sí que no puedo huir de mí. No quieren dejar de parpadear ni quieren dejar de estar al observarlas. Y si me voy ya me he mojado de otra copa y de otros hielos, como si el frío ansiara por adherirse a mí un poco más. Y escapase el humo, ausente, de otro cigarrillo. Ahora me preguntaría, pero no creo que pueda pues, aunque sude, los chillidos me están congelando las entrañas. Hoy sé que no se callarán… Pero hace tiempo que me resigno, sé que ni aun estando borracha, conseguiré llorar. Me ha secado el dolor de cabeza y este mareo y esta esponja que supone el mundo. Una planicie de sencillez compleja, baúl de la peor de las soledades fundida por millones de manos y cabellos, que no mentes, al fuego de la superficie material. Calentada por el sol, o la luna, o este mismo mechero rosado que hasta hace un rato guardaba en el bolsillo y ahora luce encendido, presidiendo la larga estela amarilla que él mismo ha abandonado, brillo opaco que reluce en húmeda frente dolorida, poco perceptible por unos párpados semicerrados, pero tan tranquilizador... “¡Apágalo!” No entiendo qué les importa. Y, mientras, Ellas siguen riendo, bailando, cantando, tan carentes de emociones que valga la pena estudiar, pero si supieran… Y si supiera esta araña inmóvil de entre las botellas de la más alta estantería… Que por muchos susurros que su cerebro mande, seguirá tejiendo. Y que por muchos dedos que en mi mente se hundan, crecerá la tela. No quiero que crezca ni quiero permitirlo. Y la miro, pero cuanto más fijamente la miro, menos la veo. Maldita mancha de araña borrosa. No quiero que su tela aumente estando yo así, pues no quiero seguir estándolo. Me levanto, salto para alcanzarla, pero ¿y si aunque la aplaste, o la estruje, o le arranque las patas una a una, nacen otras? La tela seguirá creciendo. Y yo ahora muero, pero ella ya marcha… “¡Cógela!” Y lo intento “¡Corre!” Pero caigo “¡Cae!” No quiero y es demasiado tarde. Debo obedecer. Pies, pies, pues me va a estallar la cabeza del golpe, del ruido y de tantos. Ellas, mientras, ya no están, mas hasta hace un rato hablaban. Oh, espera, ya las oigo “¡Al suelo!” Y todo se oscurece “Al suelo ya, abajo, cáete…

…y, ahora arriba”.
- Pero venga, ya es por la mañana, ahora, por favor, hasta la noche cállate.
Aunque los chirridos viven y a mí me seguirá doliendo la cabeza...


sábado, 26 de noviembre de 2011

Noite

Camiño Santiago de Compostela - Fisterra
Huele aquí tan bien la noche...
Y mi sombra, fundida con la suya.
Pesa, sombra, el alma.
Pesa bajo sus ojos de estrella.
Pesan los pasos.
Pesan las lágrimas.
Y huele a frío.
Y huele el humo.
La húmeda sombra.
Mi sombra.
Su sombra.


sábado, 19 de noviembre de 2011

¿VERGONZANTE o AVERGONZADOS?

Ratzinger - el-Tayeb
Palestina - Israel

Korea del Norte - Korea del Sur

Estados Unidos - China
Estados Unidos - Venezuela

¿Censura? Sí.
Censura, sobre la paz.

martes, 15 de noviembre de 2011

Sed; Soneto I

Camiño Santiago de Compostela - Fisterra

Sed, persiste en este río si te vas,
Clavada en mis retinas. Sangraré,
Sobre los cuatro vientos, gritaré:
Robaste mis suspiros; ya no estás.

Buscar, en mi vista y así verte atrás.
Y mientras, con las nubes, lloveré.
Que aunque desvistas al sol, esperaré,
pues solo tú, a mi invierno, matarás.

Olvidar, en tus noches de desvelo.
En tu pecho, cada dormido aliento.
Cada voz hendida en mi pensamiento.

Y vigilan ya las lágrimas del cielo
A éste, mi ennegrecido vertedero,
color de tu pelo y amargo "te quiero".

lunes, 14 de noviembre de 2011

Al habla el mero espectador

Camiño Santiago - Fisterra
Al habla el mero espectador,
pues hoy corre aire de muerte
y huye del viento su olor.

Rasgan los rayos la suerte...
No sé si tras los negros cristales.
No sé si más olvidada.
No sé si menos fuerte.

Quizás nos olvide al alzarse,
usted:
alma, cabeza, frente de nadie.
Quizás más hundido,
Quizás ya sin hambre

Me preguntan tantas lágrimas...
y beben, beben solo mi sed.
Escondida, en mis manos, la lástima.
Tranquilo, no les conteste.
Tranquilo, no la soltaré.

Y,
yo.
El mero espectador.
El mero espectador,
al habla.
Y,
hablaba.
Hablaba de usted,
hablaba de "adiós".
Adiós con mi embriaguez de estrellas.
Adiós con dolor en el aliento.
Adiós, hundiendo las uñas en la aspereza
de dormir, de que ya no despertará, de vivir sabiendo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Arrepentimiento. Pesadumbre. Desazón.

Fuera luces. 
Dentro acción.


Casi no queda espacio para gritar, pero no se clava otra cosa más que el chillido de mis tímpanos. Creo que se me han perdido los sentidos, incluso como para intentar buscarlos. En las esquinas descansan montañas de mis ojos abiertos, pupilas penetrantes que me calan por dentro. De hielo grisáceo. Creo que me congelo. Culpa. No soporto más miradas. Que se cierren todos. Que se mueran. Que los mate. Que me olviden. Quiero girar, girarme, pero las paredes dan vueltas conmigo. Que se paren. Joder. Que se paren. Ya ni siquiera encuentro el interruptor para encender la luz. Se me ha olvidado dónde están las ventanas. Ya no recuerdo nada. No puedo echar los chillidos fuera. No sé cómo. No puedo deshacerme de la sangre de mis tímpanos y no puedo sentarme. Todo corre demasiado como para quedarme quieta. Todo late. Me empuja. Los latidos me increpan. Creo que me se hincan sobre mí. Creo que se hunden y creo que me caigo. Me da miedo caer. No veo a dónde. No veo nada. Me ven a mí. Ya sé que taparme los oídos no vale de nada. Los ríos fluyen por dentro. Quiero esconderme. Esconderme de mí. Pero no puedo. 
No.

lunes, 31 de octubre de 2011

¡Celestialísimo!

Más allá del mar.

Praia de Sardiñeiro, Camiño de Fisterra

Sale la barca perdida en diamantes
de luz de agua, color de nenúfar.
Sale en silencio de labios que buscan
olores de flores, de río perfumes.

Parte, figura, presa en su barca
por ti, en la inmensidad sin sabor.
Olvidado en la orilla ha dejado el rubor
y el timón de guía para sus días sin casa.

Marcha vestido por ojos cerrados,
mas contempla desnudo su pecho
por la herida de lo que el agua ha arrancado.

Se aleja de sí acariciando, a su paso, pétalos,
para recordar la mano sobre su corazón,
dejado en la orilla, abandonado en recuerdos.

viernes, 21 de octubre de 2011

Un ejemplo más de las víctimas de la sociedad, ¿seguimos sin animarnos a hacer nada?

No soporto las frías descripciones de los periódicos, pero ni la más larga de las noticias serviría para retratar lo que supone la sociedad actual. Absolutamente ninguna palabra es capaz de representar ni uno de los miles de ejemplos que se desangran al otro lado de nuestros párpados. Nadie sabe escribir el grito del que sufre, ni la herida de las víctimas. La propia sociedad se esconde de ella misma. La propia sociedad quiere esconderla de sí misma.


Yue-Yue ha muerto porque la han matado ¿Sabe alguien quién es? ¿Va alguien a molestarse en saberlo? No es una niña que apenas sabía andar, ni una trágica historia, ni la asesinada por el egoísmo humano... No es una imagen captada por una cámara y retransmitida por una reportera, pero no va a pasar de ahí ¿Para qué mirar detrás de los televisores, si solo hace daño?
Yue-Yue, dos años, cruza la calle. Desafortunadamente, un camión embiste contra ella y la arrasa con las ruedas delanteras. La niña no ha muerto, el camión se para. Se para, para seguir, y aplastarla de nuevo con la parte trasera del vehículo. No es un camión, es un conductor, que no ha ni abierto la ventanilla, no ha dejado ni la más mínima muestra de culpabilidad por el camino. Nadie lo ha hecho, porque la pequeña sigue tirada en el suelo bajo las miradas de 18 personas, una cámara de seguridad y otro vehículo que no ha intentado ni esquivarla. La han mirado para continuar con su camino, dejando "aquel cuerpecillo ensangrentado a punto de morir" como una simple anécdota, o ni eso. Una mujer encargada de organizar la basura de la calle comercial la coge y la abandona en una cuneta, ¿sería su buena acción del día? Y, tras el coma, ha muerto, ¿sorpresa?

¿Qué coño es esto? ¿Qué clase de monstruos somos? ¿Qué cojones es lo que queremos ser? ¿Qué nos hemos puesto sobre los ojos, oídos y sienes para aislarnos así de todo lo que nos rodea? Hemos olvidado la vida, incluida la propia. No creemos en nada que no sea lo material, hemos pisado el resto y así seguiremos. Miles de ejemplos como este lo demuestran, ejemplos que solo reciben compensaciones económicas... He ahí a lo que equivale vivir, lo que valemos. No somos nada, ni intentamos serlo. No somos ni lágrimas porque el vídeo de la niña muerta está colgado en Youtube y apuesto que para muchos ha sido como otra de esas películas dramáticas, capaces de iluminar la mente durante unos cuantos minutos y, luego, oscuridad. No valemos nada, ¿qué hago yo misma escribiendo esto si nada va a suponer? No merecemos ni una pizca de orgullo.
Yue-yue no va a volver a la vida, ni la alegría a su madre, ni los civiles muertos en Turquía, ni en Palestina, ni las víctimas del narcotráfico en Méjico. No van a volver a la vida de verdad, la que no es dinero. Ni siquiera su falta significarán nada, porque por muchas lágrimas que yo derrame ahora, nada ocurrirá después. No vamos a cambiar nada, no queremos. Nos hemos equivocado de personas, ya no somos personas. Ya no queremos serlo...

No sé si recomiendo ver este enlace. Suele decirse que esta clase de vídeos son solo aptos para aquellos de sangre fría, pero ocurre todo lo contrario. Aquel que no vaya a sentir nada, si tiene el más mínimo respeto, que ni lo abra, porque tampoco sintieron nada las gentes que continuaron con su camino sorteando a la pequeña.

miércoles, 19 de octubre de 2011

"Después de arder el fuego, ya hay solo humo".


He vuelto
a resbalar por el aire otra vez.
Vuelto a vestir piel,
piel de pieles entre otras pieles.
Y, ya, con la careta puesta, 
ya, sí, ya puedo ir a caminar.
Ya voy de "nadie", soy con nadie.
Ya solo papel de pieles.
Ya, como todos.
Y debajo, ni el eco de tu voz.
Escapo de que escape de mí.
Y aunque volveré a entre paredes esta noche,
volveré, desde otras más.
Y "Tú"... que ha corrido
con la luz,
y que nadie va a enseñarme a correr.
No puedo, no quiero querer poder.
Papel de pieles, de todos,
careta de nadie, de entre paredes...
que ya solo podemos andar.

martes, 11 de octubre de 2011

Cousas da vida...

O CAN - Domestícate, home, e verás que vida máis regalada
O RAPOSO - Non che nacín para can

- Eu son Xan, o que votou por vostede
- ¡Ah!... ¡Si! ¡Caramba! Si desea algo vuelva mañana




Alfonso Daniel Rodríguez Castelao

sábado, 8 de octubre de 2011

No pregunten...

¿Qué es la vida sin muerte, más que muerte en vida? No son los pasos si no sucesivos escalones que se hunden en el fin del camino. Y la altitud de la que gozas hoy, jamás la gozarás mañana. La claridad que ciega sus ojos, nunca será igualada. Y el amor, y el honor, y la esperanza, y el dolor. No pregunten por significados si siquiera hay palabras que formulen. No pregunten por ellos porque no hay más respuesta que nosotros a su pregunta. Es el amor quien siempre ha pervivido y el hombre el que humedeció en él sus labios, para perderse a la sombra del recuerdo. A su sombra. Con sonidos no se expresan sentimientos y mis sonidos brillan en cuerpo de letras. No sabría esculpir mi vida porque es la muerte quien pone fin a sus obras.
¿Y qué es la muerte si no el hombre? Somos los que morimos ahogados bajo el peso de tantos y propios pasos. Somos los que terminan ciegos por contemplar mañanas. Sordos de tanto callar. Somos los asfixiados por la inmortalidad de nuestro alrededor; del amor, del honor, de la esperanza, del dolor. Somos aquellos capaces de resistir al vacío con solo plegar las pestañas. Mirar a la verdad con el alma hueca.
El Canto de Orfeo. Pigmalión.

martes, 4 de octubre de 2011

(Poca importancia)


Quiere Verano venirse al Invierno.
Y si sé que secará de charcos y regatos,
es porque saludarán los fondos de nuevo.

Quiere Verano venirse en Invierno.
Yo confiaría, que si ya no me atrevo
es porque la luz ha dejado al papel en cueros.

domingo, 25 de septiembre de 2011

"El elemento propio da fuerza y confianza; salirse de él es un riesgo imprudente".

A día de hoy, pocos son los lugares sin asfaltar que puedan ser pisados. Siguiendo esta regla, irremediablemente extendida, el verde no funciona si no como base para la edificación de nuevos edificios. Un buen ejemplo de este “movimiento” serían los colegios. Ellos, tan firmemente erguidos por su estructura de hormigón, plagados de mudos pupitres metalizados y baldosines con la capacidad de lucir siempre viejos, incluso cuando no han llegado a ser estrenados más que por las ratas. Sí, ratas. Los colegios, aunque no lo parezca, no son la excepción al hervidero de ratas que la ciudad entera esconde. Son únicas a la hora de acomodarse en la oquedad de las paredes y dormitar hacinadas entre las exageradas separaciones de los adoquines de piedra que tapan la mayor parte de la superficie del recinto escolar situado al aire libre. Son únicas a la hora de desaparecer.

Ésta, sumada a una amplia colección de improperios y frases despectivas, podría configurar la descripción que atañe a la desarrollada especie de roedores, desde un punto de vista humano, claro. Ese es, indudablemente, nuestro trabajo, pues si en algo somos insuperables es en aportar opiniones. Opiniones, claro, poco empáticas. Porque, ¿podría observar una rata? ¿Podría cesar su actividad de búsqueda de comida y pararse a mirarnos, desde esos escondrijos tan inaccesibles para nosotros? Podría y, de hecho, no sería la primera vez que alguna de ellas sigue nuestros pasos a través de los pasillos de las escuelas.
Supongamos que somos ahora ratas y que, sobre nuestra guarida, nuestro espacio natural, se alzan muros, los cuales reconvertimos en madrigueras. Supongamos que, tiempo después, se alza una voz desconocida, seguida de otra y otra, y otras más, hasta llenarse el lugar de gritos, susurros y monólogos soporíferos, y de pies, sobre todo de pies, que o bien permanecen quietos bajo los pupitres, o en incansable movimiento sobre los baldosines. Y así, los años nos pasan y, nosotros, rodeados de esos pies, ya convertidos en compañeros parciales de habitación, con los que convivimos y de los que conocemos su comportamiento, forma y pisada. Supongamos que olvidamos nuestras madrigueras, nuestro afán de escondernos y nuestro don de la invisibilidad. Supongamos que, más bien, los muros y las voces nos los han hecho olvidar. Supongamos que, creyéndonos pies, salimos de la rutinaria oscuridad que siempre nos ha envuelto.
Pero, entonces, ya no cabría suponer más, porque nuestras colas levantarían chillidos y a esas suelas que creíamos amigas. Y el sol nos cegaría de luz, y odio y verdad al comprender que aquellos que nos han echado del verde nos echarán también de nuestras propias vidas.

Templo Deshnok, La India.
Nota: La moraleja a lo que sería esta fábula (escrita como título) la recogí de un texto llamado El cocodrilo y el chacal, que forma parte de la colección de fábulas Panchatrantra, de origen Indio y que data del s. IV a.C.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sin ti y conmigo

Camiño Santiago de Compostela - Fisterra

Regálame aliento y un amanecer
Por solo esta noche. Que sea tuyo,
Mas, sin voz. Que tu soledad... dejado murmullo.
Y que mis doscientos cincuenta -ya sin ti- soles, se dejan yacer.

Yacer...

Yacer, yaces. Sin ti y conmigo.
Y yo, conmigo yazgo. Conmigo y sin ti.
Y así pulula riendo el caótico frío a su fin
entre corazones candentes, entre la herida de la carencia en vivo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Necesito salir, joder.

Se acabó.
Barrotes de carne y hueso,
Que entre carne y hueso vivimos tú y yo.
Cadenas bien hundidas en los pechos
Clavadas con estacas de tu puño.
Y los clavos, al corazón.

Por mi deshonor,
Dime tu nombre.
Aunque a las palabras ya las mata el viento,
Quiero colgados por mi cárcel chirridos de los besos,
Rechinares de los dientes deshechos por amor.

Necesito respirar.
Necesito saber.
Necesito el aire que corre fuera
Vestido de susurros, de primavera,
De arena entre mis dedos,
Del ansia del huir,
De todo lo que no soy y quisiera.

Comprender.
Que me diga la luna por qué es la única que me llena.
Por qué las miradas brillan ya tan secas.
Por qué ni la tinta recuerda sus promesas.
Comprender por qué eres tú sin yo, si en mi vida “a ti” es la meta.

miércoles, 31 de agosto de 2011

"Dejadme la esperanza".


"Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza."

Canción última, Miguel Hernández

sábado, 27 de agosto de 2011

Entre el sueño.

Les grâces naturelles, René Margritte
Sigue durmiendo.
No quiero que veas mis ojos infectos,
mis nudillos cansados de dar puñetazos,
mis cabellos quemados
por las chispas de ese mechero que a golpes he roto ayer.

Sigue durmiendo.
Obvia el entierro de tu mar de colonia,
pues palpita mi vista
al arder al fulgor del perfume
que siguen guardando las nubes que te oyeron querer.

Sigue durmiendo.
Mírame en sueños susurrar sin aliento,
que cada noche, a tientas, te prometo 
acariciar tus pestañas
siempre que decidas volverme a tener.

viernes, 26 de agosto de 2011

A trompicones.

Sé que, por más vueltas que de, no habrá nadie. Sé que es inútil darme la vuelta, ya que, tras de mi, la cama y mesilla de noche no van a moverse, por más que me empeñe en girarme. Y sí, aun sabiéndolo, a 26 de agosto sigo intentando ver más allá de ellas. Hoy he probado tantas veces que he conseguido cegarme. No sé cuál es mi propósito, pero hay días en los que se piensa más de la cuenta, siendo consciente, desde el principio, de que no va a llevar más que a la autodestrucción. Por eso, aquí estamos de nuevo, amigos, con la impresión de que las paredes y el techo del cuarto de una se han estrechado un par de menos y las ganas han desarrollado alas para salir revoloteando por la ventana. Aquí estamos, deseando estar en otro lugar bastante más lejano, en el que no hiciese falta recordar con el objetivo de poder entrever a aquel que se ha ido y que la última imagen que te ha hecho guardar a presión entre pecho y espalda han sido un par de ojos rojos y brillantes, cargados de lágrimas, y un "voy a echarte de menos". Luego, se cierra una puerta, y otra, y otra más, y estábamos en el mismo sitio donde me encuentro yo ahora, pero semanas más tarde.


Las palabras se secan como ríos y los besos como rosas, pero por cada muerte, siete vidas buscan los labios demandando aurora.
Alfonsina Storni

miércoles, 24 de agosto de 2011

0 inspiración.


Llegada al punto de mira, no veo más que días sucedidos ante mis ojos. No tengo más observaciones. No quiero más observaciones. No quiero seguir vistiendo el rocío, más y más sólido por cada paso que marcha. No quiero seguir calzando este cemento. No quiero. No quiero más hojas, ni más flores, ni más nieve, ni más sol. No quiero si estoy en el mismo sitio, de frío. No quiero el paso de más luces, de más rayos. No quiero esperar por lo inesperable, porque no quiero ser la aguja de un reloj. No, no lo soy. No quiero girar, y girar, presa por el mismo tiempo que yo marco. No quiero, pero es lo que hago. Y corre, y corre en el mismo sitio. Corro en el mismo sitio. Quiero salir, quiero que dejar de esperar al tiempo. Quiero que se acabe el tiempo. Quiero dejar de ser tiempo, pero resulta que yo soy el tiempo. Yo soy la limitación de mi tiempo. Yo, somos todos, porque todos abarca al tiempo. Realmente, el tiempo abarca todos. Todos limitados por yo, y yo por todos. Quiero, quiero, todos queremos.

martes, 16 de agosto de 2011

"Y la tierra que ahora ciega mis ojos sólo me deja ver tu sonrisa".

"¿Verdad que parece mentira que cuando tropiezas por fin con el sueño de tu vida, por miedo ciego o sabe Dios por qué, dejas que pase de largo sin mover un dedo para sujetarlo o intentar conseguirlo? Entonces, pobre desdichado, te vas a dar cuenta, con el penúltimo suspiro, que bajar al infierno es muy sencillo. Sólo hace falta querer, haber sido querido y no haberte dado cuenta hasta el fin del camino."


Puede ser que ya sólo quede un poco de arena como lienzo. Como carta para hablar contigo. Como folio arrugado en el que se puedan escribir unas cuantas palabras, envueltas segundos después por una fría lengua de agua que se las lleva, egoísta, para no devolverlas jamás. Y que nadie, ni tú, las vea nunca. Si tan siquiera las robara para llevártelas y si fuera el sobre de mi declaración... una especie de paloma mensajera capaz de surcar el azul de las olas y aguantar, por ti, firmemente la sofocante niebla que duerme sobre edificios. Qué grises son siempre, no sé si los recuerdas. Y la arena, que ya vuelve a lucir lisa y brillante; ya no quedan palabras, sólo huellas, pasos de nadie, tuyos y míos. Salvo los de uno mismo, no se puede saber quién pertenecen. Ni por qué. Ni cuando. Y a veces, ni siquiera nosotros dos lo sabemos. Qué gris es hoy la lluvia ¿allí lo es? Y qué tonta, parece que aún no se ha rendido en su lucha por mojar la mar ¿Me rendiría yo? ¿Cómo voy a luchar si no lograré nunca atisbar dónde termina? Y sin embargo, a día de hoy continúo sentándome para mirar; escribirte a veces una de esas cartas invisibles para ti, pero tan evidentes para mí. 
A mí sí que me moja la lluvia. Y me aplasta la niebla. A mí me duelen los picos de las gaviotas, cormoranes y araos. A mí me llevan las olas cuando me tocan. A mí me muerde la arena. 
Me has dejado gris.

sábado, 13 de agosto de 2011

Luces.


Corred, rayos de luz, perdidos e inertes.
Volad ardientes de rojo, de miedo ardientes.
Buscad cuan inmensos sois, cuan enfermos de muerte.

Porque en vida, de la misma moriréis.
Siempre sordos y tan sordos de tiempo, de alas, de gente.
Que allí, en vuestro vacío,
se apagan entonces las velas que nunca lucisteis,
ni mirasteis,
ni alumbraron.
Se apagan al soplo de la pequeñez de una estela de luz de rayo,
rápida e incansable,
hoy más ciega y más muerta de miedo,
más ardiente de rojo,
relámpago sin trueno.

jueves, 11 de agosto de 2011

Hoy vendo mi alma, pero sólo un poco.


Suelo preguntarme el por qué del paisaje enmarcado por estas ventanas. No veo el motivo de tantas pinceladas de luz, que manchan, amarillentas, la noche. Tampoco las estrellas, perdidas en la inmensidad infinita, cuando son ellas realmente la infinitud para nosotros. Y el asfalto que, como dejada lengua, barre la superficie, inalcanzable para miradas e imaginación. Y el cartel de "se vende". Me pregunto por qué hasta las estrellas, hoy, se venden. Me pregunto qué es realmente la palabra "valor".
¿Qué es el alma?

miércoles, 10 de agosto de 2011

De corazón, tripas.

Noche estrellada, Van Gogh
Déjame hacer de corazón tripas.
Esta noche pesa demasiado.
Ha crecido de ti,
por y para ti.
Déjame con tripas, porque no lo quiero.
Porque no te lo has llevado.
Porque me lo has arrojado todo.
Porque quedan tus palabras
y tus promesas
y tu mirada.
Tú, que me las diste,
en mí las dejas.
Llévatelas.
Llévate de bilis, que me quema por dentro y envenena de sed.
Llévate de olor de vómito, de todo lo que has impregnado.

Llévatelas porque esta noche me pesan.
Porque esta noche te has ido.
Porque si tú te vas, yo quiero irme.
Pero no me dejan.
Ni me dejas.

martes, 9 de agosto de 2011

27028, MADRID


Hace unos cuantos días, fui bienvenida por el ombligo español. A brazos abiertos, blancas sonrisas y lo más tierno de un pecho. A caraperro, también; pero las muecas es mejor taparlas a dos manos.
¿Destacable? La sequedad, supongo. Corre el aire acondicionado y el viento quema. Las mañanas aquí florecen con labios rotos y algo de sangre en la nariz. Las noches se despiden de uno con un par de besos sudorosos, siempre en las comisuras de una boca entreabierta. Y de la otra sequedad también. De la que dejó el olvidadizo ayer, vamos.
Lucido por un cielo azul minimalista, el ardiente asfalto madrileño recuerda a las suelas del par de sandalias de una que, quizá lastimosamente, la lluvia no ha sido quién de patear la vasta Castilla, ni escalar la escarpada Sierra. Y sin embargo, sigue presente. Curioso como la carencia de acento o la vertiginosa subida de precios presente en todos y cada uno de los comercios, incapaz aún de asimilar por una mente acostumbrada al verde. Pero también a las olas y al frío ¡Hasta luego, tristeza! ¡Nos vemos, felicidad!
Me pregunto por ti.

jueves, 4 de agosto de 2011

Ponga usted el cadáver. UNPROFOR se encarga del resto.

Sarajevo, durante la Guerra de Bosnia (1992-1995)
<< Al pie de la estatua del León, las losas de mármol del pequeño cementerio civil de la época de Tito se hallan cercadas de una marea de cipos y estelas con la medialuna y estrella de cinco puntas mezcladas con cruces católicas u ortodoxas, orientadas también conforme a la alquibla. La muerte ha igualado y reunido a los creyentes de las religiones del Libro, víctimas de una misma barbarie. A esta apretujada cosecha de cruces y estelas funerarias habría que añadir otra, monumental, con las fechas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948, de la Convención Europea de Derechos Humanos de 1950, del Acuerdo sobre Derechos Civiles y Políticos de la ONU de 1966, de la Carta de la Conferencia sobre Cooperación y Seguridad Europeas de París de 1990, de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas y de la célebre Convención de Ginebra con la leyenda "Aquí yacen la dignidad de la Comunidad Europea y la credibilidad de la Organización de Naciones Unidas muertas en Sarajevo. Perecieron por la inigualable cobardía y cinismo de sus negociadores y dirigentes", esto como recordatorio a todos los pueblos del mundo en cuánto vale el compromiso moral de las grandes potencias -docenas y docenas de acuerdos incumplidos y resoluciones archivadas- cuando sus intereses vitales no entran en juego. >>

Cuaderno de Sarajevo, Juan Goytisolo

lunes, 1 de agosto de 2011

Fue. Era. Soy.


Es cuando la plenitud del mar, cae en gota.
Y el todo, ceñido en nada.

Lo que era, no es.

Cuando del calor conjunto nace un pétalo helado,
y el olor de soledad.

De lo que fue, no es.

Cuando tantos dedos se han hundido de la piel. Más dentro.
Y las caricias se tornan siempre anhelos
de ayer
para mañana.
Y la luz, el oro que todavía no llega,
pero antaño,
antaño sí llegaba.

viernes, 29 de julio de 2011

Viejo

Viejos comiendo sopa, Francisco de Goya
Ya los pasos del sol le duelen,
tantas albas, amaneceres; 
el mismo camino.

Ya los años, que con lluvia resbalan.
Ya los charcos;
turbio espejo de lo vivido.

Tantas noches
desde mil miradas aplastan
los huesos del alma; 
los huesos de lo que un día hubo sido.

Ya es mañana.
Ya la tierra llama.
Le grita.
Le llora.
Ya le ruega por su corto destino.

La brevedad de existir cansa,
agota la piel; 
saco de llanto, 
río eternamente escondido.

Sueños, deseos de ayer, 
el viento mata;
y hoy congelados, 
ahogados de opaco, 
en frío hundidos.

Saber, sabía; 
había oído al olvido,
susurros de soledad y hambre,
secretos mortales
ebrios de castigo.

Las estrellas ya no desvelan sus noches, 
y a manos de luna dibujan el fin 
del camino,
tiñen sus labios de arrugas,
secan sus párpados dormidos. 
A base de dudas, balas disparan
cargadas de recuerdos, 
antiguos latidos.

Y es que el tiempo
hasta atraparnos, 
sigue y seguirá,
tal y como siempre nos ha seguido.

martes, 19 de julio de 2011

Continúa el mal tiempo.


Al final. Es aquí llegamos a las carreras. En nuestra incesante competición, por llegar. En lo transparente de un cristal, en el que vivimos. Luchamos entre gotas de lluvia por la victoria. Ya no a ver a través de ellas, si no contra ellas, en nuestro afán de adelantarlas. De dejarlas atrás. De sorprendernos cuando hemos ganado, o bien perdido. A oscuras, pero con linterna, velas o mecheros. A oscuras, al fin y al cabo, al final y al principio.
Y si nos creemos pétalos, dormidos en un espejo de lágrimas. Y si nos creemos rosas, ausentes a la caída. Y si nos creemos flores, lo somos; y si caemos, en nuestras propias espinas. Y que llueva. Y que claven. Y muerdan. La sangre es negra en la oscuridad, las miradas no miran, las manos no encuentran. ¿Pervive? El corazón propio, perdido entre caídos. Confundido, que ya no siente ni sentirá. Impávido como quien creyó ser, pero solo de sí mismo. De su latir, de su carne, de su ser. Y que llueva. Que llueva más, porque aquí siempre llueve. A las prisas llueve. Para tapar de más lo que ya son muchos. Tapar ne más negro para perderlos. Para olvidarlos. Para cubrirlos de pétalos mojados. De espinas mojadas. De gotas y cristales secos. Y que siga lloviendo.

Omar Khayyam


15. Alén da Terra, alén do Infinito,
eu procuraba enxergar o Ceo e o Inferno.
Unha voz solemne díxome:
"O Ceo e o Inferno están dentro de ti."

20. Foxen os nosos días rápidos coma auga do río
ou vento do deserto.
No entanto, dous días déixanme indiferente:
o que pasou onte e o que virá mañá.

27. Admitamos que teñas resolvido o enigma da criación.
¿Cal é o teu destino?
Admitamos que teñas podido desvelar a Verdade.
¿Cal é o teu destino?
Admitamos que teñas vivido cen anos, feliz, e que vivas outros cen.
¿Cal é o teu destino?


jueves, 14 de julio de 2011

Las comparaciones son odiosas.

Son hasta irónicas las grandes capacidades del ser humano. Y digo "grandes" por ese fastuoso invento, que con nosotros ha nacido, llamado "comparación". Grandes, comparadas con la inferioridad que supone la mera mecánica de los animales. Me pregunto si esa supuesta inutilidad no haría de nosotros seres más útiles de lo que realmente somos. Más brillantes. Porque, entonces, la sangrienta comparación no se encargaría, cargada de pólvora hasta los topes, de llevarse a la sombra del olvido a todos aquellos que no superasen lo que unos pocos consideran como "bueno". "La sombra del olvido" es una bonita metáfora que acabo de sacarme de la manga, es la muerte. Y "olvidada", porque nadie retiene en la memoria a las víctimas de la comparación. Las víctimas de la subjetividad, que tan objetiva luce en nuestras cabezas; tan opaca que ciega nuestros ojos y cerebro, e incluso el de nuestros amigos, vecinos y los del mundo entero.
No entiendo cómo nuestra capacidad de evaluación es capaz de crecer tanto, de salir de nuestras cabezas. No entiendo cómo un juício puede traspasar pieles, aire y huesos. Cómo una valoración mata o enriquece. No lo entiendo. Pero menos aún entiendo el por qué de esas evaluaciones, juícios y valoraciones. No entiendo el por qué de las comparaciones. No entiendo por qué, siendo el ser humano (en teoría) tan capaz de obrar en consecuencia de sus actos, sigue empeñado en continuar con ellas tal y como empezó; a la vista de miles de años de consecuencias, por si a la primera no se había enterado. Seguimos empeñados en apoyarlas a sabiendas de nuestra ceguera voluntaria. A sabiendas de que son falsas en muchas ocasiones. A sabiendas de que pueden significar tragedias.

Fusilamientos del 3 de mayo, Francisco de Goya
Bueno, sólo quería hablar de los bombardeos de Bombay. De las minas de Camboya. De los tiroteos de Siria. De las torturas de Ciudad de Juárez. De eso y de las palabras que encarnaron todo ello a modo de pensamientos. Y del olvido. Pero para que olvidemos "millones de víctimas" y nos detengamos en "hay personas que han perdido la vida". Tanto asesinos como asesinados son personas. Tanto mentirosos, como ingenuos. Y si somos personas, somos iguales en derechos. Y si valemos (o costamos, porque ahora está más de moda ese término) lo mismo, ¿por qué comparar?
Las comparaciones son realmente odiosas.

miércoles, 6 de julio de 2011

Suponer.

Supongo que era de otras manos de las que se necesitaba para abrir por fin el ataúd. Otros suspiros, otras sílabas. Otras alas, supongo. De otro plumaje para atravesar a nado el impávido cielo. Supongo que la vida son alas grandes, alas de halcón, alas de las que simplemente se exige apertura. Supongo que moverse a día de hoy, está de más. Y si viene el viento... Si viene el viento, pues permanecer. Y ver, supongo, la quietud. El sueño en los párpados, sueño o pasividad. Hoy son lo mismo. Alas que no se mojan, porque el mar está lejos, demasiado profundo como para llegar si uno se eleva correctamente. Si uno se deja, no se moja. No hay olas. No hay viento allá arriba. No hay nada. Nada. Por el aire. Nada a flote. Nada. Nada haciendo el muerto. Porque son eso las alas. Lo impávido y quietud. La serenidad de esta noche infinita. Y si viene el viento, nada. Si viene el viento nada, porque entonces ya no eres. Eres aire. Y tus alas... Tus alas al mar.


martes, 5 de julio de 2011

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Me dijiste "no creo tu reflejo,
ni en tus labios, ni los besos que en tu aliento se pierden al mirar".
Y yo, a base de espejos,
te enmarqué a la luna y a esa estrella que ni se dignaron a asomar.
Y así, a ventana abierta,
que con las cenizas que rebolotean al aire confesé: quise fracasar.
Mas, sé
que entre laberintos
de cemento, piedra o tierra,
perseguiré del gato a su negrura para salir de este zarzal.
Y a los tropezones, 
pues tus huellas no abandonan la figura que dejaste a cada esquina de tu caminar.
Y caídas y sudores,
y lágrimas de asfalto, 
pero que me caiga un rayo si no te he dicho la verdad.
Que no, que no me he rendido.
Ni lo haré jamás.

martes, 21 de junio de 2011

Si pudiera...


Si pudiera.
Si mi mano se aferrase a la tuya y lo ojos tocasen.
Si las dudas fuesen cadenas.
Si los corazones cuerdas y
si las huellas quedasen.
Sí, las huellas. Quedasen,
permaneciesen como hoy permaneces,
como cuando miras y miraste.
Y permaneciste aquí, en el espejo que guardo de hoy.
Y guardaré, espero, reflejado en llamas;
en velas por cada día y momento.
En velas de olor a tú, color y calor de tú.
Brillo para cuando se pierda el oscuro de tu sombra, 
para cuando alumbre otra mirada.
Brillo para velar la partida y señalar la vuelta.
Brillo de luz de memoria, de nada.

Si pudiera, yo misma caería en pedazos,
y me desharía en ceniza. Yo misma
te pediría brillar por ti. Brillarme.
Si pudieran tocar los ojos y aferrarse mis manos.
Si los corazones fuesen cadenas y las dudas, cuerdas.
Y si pudiera, yo me teñiría de sombra para ti,
de oscuro de partida para volver contigo.
Yo misma,
Si pudiera.