sábado, 13 de agosto de 2011

Luces.


Corred, rayos de luz, perdidos e inertes.
Volad ardientes de rojo, de miedo ardientes.
Buscad cuan inmensos sois, cuan enfermos de muerte.

Porque en vida, de la misma moriréis.
Siempre sordos y tan sordos de tiempo, de alas, de gente.
Que allí, en vuestro vacío,
se apagan entonces las velas que nunca lucisteis,
ni mirasteis,
ni alumbraron.
Se apagan al soplo de la pequeñez de una estela de luz de rayo,
rápida e incansable,
hoy más ciega y más muerta de miedo,
más ardiente de rojo,
relámpago sin trueno.

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