jueves, 4 de agosto de 2011

Ponga usted el cadáver. UNPROFOR se encarga del resto.

Sarajevo, durante la Guerra de Bosnia (1992-1995)
<< Al pie de la estatua del León, las losas de mármol del pequeño cementerio civil de la época de Tito se hallan cercadas de una marea de cipos y estelas con la medialuna y estrella de cinco puntas mezcladas con cruces católicas u ortodoxas, orientadas también conforme a la alquibla. La muerte ha igualado y reunido a los creyentes de las religiones del Libro, víctimas de una misma barbarie. A esta apretujada cosecha de cruces y estelas funerarias habría que añadir otra, monumental, con las fechas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948, de la Convención Europea de Derechos Humanos de 1950, del Acuerdo sobre Derechos Civiles y Políticos de la ONU de 1966, de la Carta de la Conferencia sobre Cooperación y Seguridad Europeas de París de 1990, de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas y de la célebre Convención de Ginebra con la leyenda "Aquí yacen la dignidad de la Comunidad Europea y la credibilidad de la Organización de Naciones Unidas muertas en Sarajevo. Perecieron por la inigualable cobardía y cinismo de sus negociadores y dirigentes", esto como recordatorio a todos los pueblos del mundo en cuánto vale el compromiso moral de las grandes potencias -docenas y docenas de acuerdos incumplidos y resoluciones archivadas- cuando sus intereses vitales no entran en juego. >>

Cuaderno de Sarajevo, Juan Goytisolo

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