martes, 13 de marzo de 2012

E que sexa verdade meu amencer

Ahora vaciaría todas y cada una de las botellas que esperan en el frigorífico sobre mí. Vaciaría infinitas botellas heladas aquí, en mi cabeza. Quiero soñar. No pensar en sueño. Soñar. Temblar para escaparme de mí entre espasmos, entre pieles dobladas y estremecidas, ¡que me ayude a escapar la humedad! Quisiera ser acariciada por un viento huracanado ahora mismo. Cerrar los ojos y sentir el empuje del aire en mi frente, llevarse sus manos mis cabellos, por fin, teñidos de negro. Soltar un pie, descalzo, del suelo y por fin palpar el beso de la nada en su planta. Erguirme en la nada, en el aire, en el viento. Caería, ya sé. Caería en hierba, porque querría caer allí. Allí, en una colina verde. En la colina verde. Yacer juntos en nuestra colina, en su parte más alta. Yacer contigo. Ser solo el respirar bañado por sobra de estrellas, sedientos ambos de caricias de viento. Yacer sin ojos, pero con una mirada puesta sólo, sólo en tocar una flor abatida por mil huracanes. Una flor que sería lila, como esta oscuridad. Lila se llamaría, Lila sobre fondo de estrellas. Ella, flor viva en roca y bajo diamantes. Y verla entonces desprenderse de sus pétalos violetas, ver ya correr a una flor deshojada por la cara de la colina verde. Y sentirnos correr tras ella. Volar con pies fríos de mil botellas refrigeradas y húmedas las pestañas de oler, por cada poro de la piel, el helado aliento de libertad. Respirar hielo, querría. Y helarse los pulmones corriendo con las hojas y, como la flor, deshojarnos Lilas entre estrellas. Que desprendiesen todas las tierras nuestros pies entre callados lamentos y cayésemos al cielo. Ni gravedades, ni fuerza, pues por ser nada, a la nada caeríamos. Pero siempre juntos, juntos y libres. Juntos. Siempre arremolinados entre pétalos oscuros, como somos. Allí, siempre. Allí, ay, allí si yo pudiera...


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