martes, 3 de septiembre de 2013

Accidentes cotidianos

En Cadena SER, una emisora de radio, se oferta la posibilidad de participar en concursos literarios casi cada semana. Una modalidad de éstos consiste en que, a partir de una frase ya facilitada, el concursante debe elaborar un microrrelato que no sobrepase las 100 palabras. Mi primer y único intento de participación lo publiqué aquí hace ya meses. Ahí va el segundo:


Frase del comienzo: Somos dos tíos fuertes, ¿a que sí?


Mi aportación:

No ha sido nada, un chichón, una herida de guerra ¡Nada! No, no, no llores... ¡Escucha! ¿Ves que yo llore? Los tipos duros no lloramos. No es nada, en seguida se pasa. Aguanta un poco y no le diremos nada a mamá. No querrás que nos riña, ¿no? Tú tranquilízate... Y, oye, espérame un segundito aquí quieto a que traiga una cinta de esparadrapo. Agarraremos bien esa cabeza al cuello y nadie notará la diferencia, ¡palabra!

El niño salió de puntillas, cerrando la puerta al tiempo que la cabeza del peluche de su hermana rodaba sobre el parqué.



Con respecto a mi situación en el concurso, no tengo ni tendré nada que decir. No es que no llegara a algún puesto del que me pudiera regodear un poco, es que ni siquiera llegué a participar. El plazo para enviar el relato había cerrado más de dos meses antes de que yo lo hubiera escrito.

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