martes, 17 de septiembre de 2013

Autovía del Noroeste

Soy capaz de atravesar el mundo
completamente quieta.
Soy capaz de ser las malgastadas carreteras,
las casas espolvoreadas como escamas sobre la montaña
y el inacabable felpudo verde
que en sus más diversas texturas
arropa al suelo
que surco.

Pero en realidad lo que soy
es incapaz
de no ser.
Traspaso cielos, tierras, aires…
Sin pretenderlo.
Sin pretenderlo y sumida
en el más resignado silencio.

El viaje constante no me afecta pues
-el tiempo pasa, yo paso-
no puedo ser sino la corriente que me arrastra así
-yo paso y también el tiempo-.
Así, tan ligera, tan callada, tan quieta.

Así, sin que casa, ni hogar, ni refugio
existan.




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