miércoles, 22 de febrero de 2012

Vega y volver.


Fijos los ojos al Sur,
me alejo por cuatro ruedas.
Quisiera no huir.
Encadenado y más lejos,
preso, abandono el calor
dolorosamente rápido,
caminante por cristalino río
que yo misma dejo.
También al buscar se deshacen 
en huellas
los ojos
que nada más pueden ver
que por dentro.
De ti y de mí.
Ver ya desde tan (y cada vez más) lejos,
como te vi,
como me quedé
viéndome marchar
con tantas y tan pocas cadenas,
sometiéndome a sentir siete punzadas
por cada hoja
que cada nuevo otoño tirará.
Y con él, braceando, me hundo
con los ojos ya no tan fijos.
No encuentro Sur
ni Norte.
No veo sino Vega.
Vega y volver.

martes, 7 de febrero de 2012

Sin más. No sé.


Sin luz... De negro vestida, esta jaula pinta más grande. Oscuridad son solo prendas.
Sin saber de mis ojos, yazco. Este infinito se mofa de mis costras de envidia. Se burla por ser observado; el deseo de una febril mente con demasiadas noches, pero sin dormir.
Tengo los sesos irritados de sus ladridos de hiena. De que sea suya y no mía la libertad.
Envuelta en las ropas de cien mil agujeros, sudo. Me ahoga respirar esta mentirosa inmensidad.
La que yo quiero.
Pero,
luces de neón vomitan su reflejo sobre la ventana. Una. Una y otra vez. Menos, pero irremediablemente infinitos. Arrojando sobre mi ser el recuerdo del existir.
Con miles de miles y más murmullos me matan viviéndome. Siempre la noche olvida junto a mí el recuerdo.
De
piel,
muro.
De 
prisión,
soledad.

Ojalá vivieses en oscuridad, 
y no aquí;
no yo,
Amor.