domingo, 8 de mayo de 2011

Me he equivocado de cruce.


Un pie delante y tras de otro, y la rutina. Y unas manos que pellizcan los días. Y como siempre, el viento continuará con su arranque de fuerzas en nuestra lucha por continuar. Las noches van pasando con la misma mirada estrellada que muchos continuamos sin reconocer, como las caras que susurran apagadas al cruzarnos. Pisamos siempre la misma acera que recuerda en superficie millones de zapatos e historias, que nunca quedarán mas que en sus memorias. La respiración jamás dejará de apagarse, porque todo recuerdo se eleva y se marcha, como los barcos desaparecidos tras kilómetros de sal. Sal de aquí, pero no puedo salir de una jaula si es redonda y no hay nada más fuera. Nada más que palos de hierro sin savia, sin sangre, sin nada. Nada más que la sumisión al no soñar. Porque soñar se paga en dolor a cada giro del día y cada risa de la noche. Piensa en las sucesiones de alas que cruzan tu mente y se esfuman para siempre, como tú y todo. Como ayer y ahora, y nuestro mañana.

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